¿Excusas para meditar? Lee estos seis puntos para dejar de hacerlas y empezar a meditar
Feb 08, 2024
Seguramente has leído muchas veces sobre las maravillas de meditar, y de cómo puede aliviar tu estrés, calmar tus pensamientos, tener más claridad y muchos más beneficios emocionales. Pero ¿estás meditando?
Algo que hacemos la mayoría de los humanos es evitar las cosas que creemos que nos van a hacer sentir incómodos, tratar de justificar nuestra procrastinación o también empezar algo pero no ser constantes.
Muchas de las suposiciones que tenemos sobre la dificultad de meditar están basadas en ideas equivocadas o estereotipadas. Y al final son obstáculos para no empezar a meditar y que están sólo en nuestra imaginación, basados en expectativas sobre “cómo deberíamos meditar”.
Y al final, lo que más pesa es la culpa y las justificaciones que hacemos para no empezar a meditar en lugar de simplemente sentarse a hacerlo.
Aquí te compartimos unos consejos que pueden ayudarte a acabar con las excusas para meditar y tal vez finalmente empezar a disfrutarlo.
“Es que no tengo tiempo”
Está comprobado que incluso cinco minutos de meditación cada día aporta beneficios a la salud mental y emocional, incluso fisiológicos como la reducción de la presión arterial.
Cuando estamos tratando de integrar una nueva actividad que nos cuesta un poco, es mejor empezar con poco tiempo o carga e ir incrementándolo.
Por ejemplo, puedes empezar a meditar dos minutos al día en cuanto te levantes, antes de arrancar tu día.
120 segundos de meditación suenan mucho más alcanzables ¿verdad?
“Es que no sé cómo hacerlo”
Borra esa idea equivocada de tener que llegar a una revelación celestial cuando meditas. Simplemente siéntate en alguna parte tranquila, en una esterilla de yoga, en una silla, en una roca en la montaña o en un tronco en la playa, encuentra una postura cómoda y respira profunda y lentamente, llenando primero tu barriga subiendo por tu pecho y exhala. Si tu mente se distrae, no pasa nada, es normal; sólo vuelve a la respiración cuando te des cuenta.
“Es que no quiero estar a solas con mis pensamientos”
Contradictoriamente, sentarse a meditar puede ayudarte a transformar esos pensamientos que no te gustan.
Se trata de ser testigo de estos pensamientos, sólo observarlos y no creer en ellos ni dejar que te identifiquen.
El siguiente paso sería darse cuenta de cómo estos pensamientos tóxicos están en realidad cubriendo otros sentimientos de soledad, tristeza o inseguridad. Observando sin juicio aprendemos a tolerar estas energías y así a reducir su poder.
“Es que no lo debo estar haciendo bien”
De verdad, no hay una forma correcta de meditar. Cuando meditamos, tenemos que respirar y observar los pensamientos sin resistencia, dejarlos venir y soltarlos. La meditación es un camino muy sutil y no hay que forzar nada.
“Es que hoy estoy fatal emocionalmente, no saldrá nada de esto”
Hay que sacarse la idea de que la meditación te va a hacer sentir mejor después o que vas a tener más claridad. De hecho, si en el momento de sentarte a meditar te sientes enfadado, triste o frustrado, observa esas emociones pero desapégate de ellas porque son también distracciones del presente. Es precisamente el apego a las emociones, ya sean positivas o negativas, lo que nos puede crear una actitud dañina. La idea es mantenerse neutral.
“Es que no tengo la disciplina para hacerlo cada día”
Este pensamiento es un serio boicot a ti mismo. Obviamente, es una nueva actividad que requiere de cierto compromiso y esfuerzo como cualquier otra rutina. ¿Verdad que ahora te lavas los dientes todos los días sin rechistar? Y verdad que si un día no lo haces, no te machacas y simplemente lo haces al día siguiente?
Lo mismo va a pasar con tus 120 segundos de meditación, ya lo verás.