Hoy, os presentamos en colaboración con Yoga Sivananda Madrid una nueva “Asana del mes” que pertenece al grupo de las posturas de torsiónes. BENEFICIOS FÍSICOS Y MENTALES DE ARDHA MATSYENDRASANA 1. Ayuda a mantener la columna elástica reteniendo su movilidad de lado a lado. Cada vértebra se rota en ambas direcciones. 2. Los ligamentos adjuntos a la columna también obtienen este movimiento por lo cual reciben una mayor irrigación sanguínea. 3. Este estiramiento lateral ayuda a aliviar el lumbago y el reumatismo muscular de la espalda y cadera. 4. Se tonifica y se da una mayor irrigación sanguínea a las raíces de los nervios espinales y al sistema nervioso simpático. 5. Se aumenta el líquido sinovial en las articulaciones por lo cual éstas quedan muy activas. 6. Se masajean los músculos abdominales. Se estimula en especial el intestino delgado. Esto ayuda a aliviar el estreñimiento y otros problemas digestivos. Se liberan toxinas del aparato digestivo. 7. Aumenta el apetito y el poder digestivo por estimulación de los jugos gástricos. 8. Ayuda a curar los desórdenes nerviosos y a obtener la paz mental. 9. Aumenta el prana (vigor y vitalidad) INSTRUCCIONES PARA EJECUTAR LA POSTURA Nos arrodillamos y a continuación nos sentamos en primer lugar sobre los talones con la espalda muy derecha. Luego nos sentamos justo a la derecha de los pies dejando los glúteos completamente en el suelo. Nos aseguramos que los ísquiones están presionando el suelo por igual. Al inhalar levantamos los dos brazos, con las palmas hacia abajo, hasta que estén paralelos al suelo. Levantamos el pie izquierdo por encima de la pierna derecha y lo colocamos en la parte exterior del muslo derecho al lado de la rodilla derecha.
Ponemos el tronco recto y al exhalar lo torsionamos hacia la izquierda. Colocamos la mano izquierda detrás de la espalda. Presionamos con el brazo derecho contra la parte exterior de nuestra pierna izquierda y cogemos con la mano derecha el pie izquierdo. Giramos la cabeza hacia el hombro izquierdo mirando por encima de éste, manteniendo los dos hombros a la misma altura.
Con cada inhalación intentamos poner la espalda un poco más recta relajando ligeramente la postura, con cada exhalación torsionamos un poco más, aprovechando el espacio que deja el aire al salir de los pulmones. Mantenemos la postura inhalando y exhalando muy despacio y con control de la respiración. Deshacemos la postura con movimientos suaves, sin soltar de golpe y nos mantenemos unos segundos en silencio... Ahora nos sentamos de nuevo sobre los talones, con la espalda muy derecha. Luego justo a la izquierda de los pies dejando los glúteos completamente en el suelo. Nos aseguramos que los ísquiones están presionando el suelo por igual. Al inhalar levantamos los dos brazos, con las palmas hacia abajo, hasta que estén paralelos al suelo. Levantamos el pie derecho por encima de la pierna izquierda y lo colocamos en la parte exterior del muslo izquierdo al lado de la rodilla izquierda. Ponemos el tronco recto y al exhalar lo torsionamos hacia la derecha. Colocamos la mano derecha detrás de la espalda. Presionamos con el brazo izquierdo contra la parte exterior de nuestra pierna derecha y cogemos con la mano izquierda el pie derecho. Giramos la cabeza hacia el hombro derecho mirando por encima de éste, manteniendo los dos hombros a la misma altura. Con cada inhalación intentamos poner la espalda un poco más recta relajando ligeramente la postura, con cada exhalación torsionamos un poco más, aprovechando el espacio que deja el aire al salir de los pulmones. Mantenemos la postura inhalando y exhalando muy despacio y con control de la respiración. Deshacemos la postura con movimientos suaves, sin soltar de golpe y nos mantenemos unos segundos en silencio. Podemos repetir la postura dos o tres veces, incrementando gradualmente el tiempo de permanencia en la misma. A continuación nos relajamos en la postura del embrión, sentados sobre los talones, asegurándonos que la frente y la nariz están en contacto con el suelo. Los brazos a los lados del cuerpo, las palmas de las manos volteadas hacia arriba. Si la frente y la nariz no llegan al suelo podemos colocar un puño de la mano o los dos para descansar la espalda. Respiramos en la postura. Mantenemos silencio durante un minuto. Deshacemos la postura desenroscando la columna vertebral vértebra a vértebra desde la zona lumbar a la cervical dejando los hombros y la cabeza caídos hasta el final.